Glass

Through numerous accumulated pictorial actions over time, we arrive at glass. In this process, memory takes center stage, and resistance becomes a necessary catalyst for the exploration of new forms of expression, such as the agglutinated grinding of glass. This material, originally transparent and colorless, is obtained through recycling glassworker’s waste in various sizes and thicknesses. These glass fragments undergo a pulverization process using a blender, completely eroding the material and finishing with a hammer. The result is the transformation of this glass into an opaque pigment incorporated as a pictorial component in these works.

In this process, the rhetoric of resistance is evident as it challenges the inherent fragility of glass, despite its capacity to cut during handling. The duality between this capacity and its vulnerability reflects an ongoing struggle to overcome the material’s limitations.

If we consider the audience, these works could be perceived as a kind of threat due to their material composition or even induce a sense of vertigo, as these paintings are displayed in a vertical position, suspended and detached from the wall. This choice challenges conventional expectations of how a painting is exhibited and raises questions about the relationship between the viewer and the artwork, prompting reflection on the ephemeral and challenging nature of art itself.

“Before Monica Peric’s works, the lessons learned at home and beyond come into play. In both cases, it is the pictorial space that is avoided, and the problematization of space is in a state of productive crisis; its deconstruction, if possible, constructs the fractured stain in a single stroke of friction.”

— José de Nordenflycht Concha (from the text for the exhibition “La Mancha Quebrada,” 2002)

A través de numerosas acciones pictóricas acumuladas a lo largo del tiempo, se llega al vidrio. En este proceso, la memoria adquiere protagonismo, y la resistencia se convierte en un detonante necesario para la búsqueda de nuevas formas de expresión, como la molienda aglutinada del vidrio. Este material, originalmente transparente e incoloro, se obtiene a partir del reciclaje de desechos del vidriero en diversos tamaños y grosores. Estos fragmentos de vidrio son sometidos a un proceso de pulverización utilizando una licuadora, erosionando completamente el material y finalizando con un martillo. El resultado es la transformación de este vidrio en un pigmento opaco que se incorpora como componente pictórico en estas obras.

En este proceso, se manifiesta la retórica de la resistencia al desafiar la fragilidad inherente del vidrio, a pesar de su capacidad para cortar durante su manipulación. La dualidad entre esta capacidad y su vulnerabilidad refleja la constante lucha por superar las limitaciones del material.

Si consideramos al público, estas obras podrían percibirse como una especie de amenaza debido a su estructura material o incluso a un cierto vértigo, ya que estas pinturas son instaladas en posición vertical, suspendidas y desprendidas de la pared. Esta elección desafía las expectativas convencionales de cómo se exhibe una pintura y plantea interrogantes sobre la relación entre el espectador y la obra, invitando a reflexionar sobre la naturaleza efímera y desafiante del arte en sí mismo.

“Frente a las obras de Monica Peric comparecen entonces las lecciones aprendidas en casa y allá afuera. En ambos casos es el espacio pictórico el que se evita representar, la problematización toda del espacio está aquí en crisis productiva, su desconstrucción si cabe, en un solo golpe de fricción construye la mancha quebrada.”

— José de Nordenflycht Concha (parte del texto para la exposición la Mancha Quebrada, 2002)